A partir de 1550, la turba seca se convirtió en la principal fuente de combustible junto con la madera. En los distritos rurales de turba del noreste de los Países Bajos, donde se recogía la turba como combustible, se usaban zapatos de madera especiales para turba, adaptados al terreno pantanoso. Estos zapatos de madera tenían una suela plana y extra ancha para evitar que se hundieran en el terreno blando. La colección de nuestro museo contiene incluso un par de auténticos «zuecos de caballo», que los caballos llevaban para poder atravesar el terreno pantanoso.